Hermano, cuanto te hecho de menos.
No me acostumbro a vivir con tu ausencia. Todavía cuando cruzo la calle presiento que te veo entre la multitud. Los días pasan como el AVE, a una velocidad vertiginosa y en cada momento, cada instante, cada segundo, todo me recuerda a ti.
Bien sabe Dios el trabajo que me cuesta escribirte estas líneas cuando sé que tú nunca llegarás ya a leerlas, pero necesito hacerlo para que todos sepan quien fuiste, ahora que todo ya ha pasado.
Hermano, cuantas cosas bellas ya no podremos compartir, cuantas tertulias cofrades se han quedado en el tintero. Cuantas y cuantas cosas...
Pero me quedo con algo de ti, algo con lo que me agarro todos los días cuando comienza el día, algo que para mi y sé que para ti es la tabla de salvación de todos los que navegamos en este mundo hasta que lleguemos a puerto.
Hermano, me quedo con el amanecer de esos días invernales –que tanto te gustaban a ti- previos a la celebración que tan ansiosamente esperamos como la ilusión de un niño cuando estrena zapatos nuevos: La navidad y el año nuevo.
Hermano, fuiste un buen cristiano y un cofrade de los pies a la cabeza. Todavía me acuerdo de tus desvelos por ayudar a tus Hermanos, en todos aquellos actos en que te pedimos tu colaboración. Pero sobre todo fuiste un gran hijo, el mejor de los hijos, que amó como nadie a sus padres.
Imborrable será ya cuando te ví pequeñito en aquella cuna en la maternidad, con tu cabello largo desde que naciste, cuando te llevé a registrar y yo escogí tu nombre del cual siempre te sentiste orgullos, o cuando me dijiste ¡¡oye Pepe, LA MONTAÑA!!, al escuchar la canción de ROBERTO CARLOS. Ya entonces me demostraste como eras...
Con el paso de los años, me enteré de la admiración y el cariño que sentías por mí y por todos tus hermanos a través de los maestros de mis hijos en la facultad de Biología; la verdad es que tu eres el admirado por todos tus hermanos, a pesar de haber sido el mas pequeño.
Eres el ejemplo que mi hijo quiere seguir como hijo, como profesionista, como músico, como persona. Eres el ejemplo para los hijos de tus otros hermanos,
Hermano, cuando miro al cielo te veo junto a El, el Todopoderoso, el que es la razón de ser de toda nuestra existencias aquí en la tierra, y ahora contigo en el cielo.
Sé que estas en buenas manos, no las hay mejores. Sé que estas mirándonos día a día, en cada instante, en cada momento, en cada situación; a todos nosotros, tus amigos. Sé que estas intercediendo por todos nosotros y por nuestros hijos.
Hermano, ahora si que me cuesta seguir.
Dicen que siempre se van los mejores; y es cierto. De ti ya han dicho mucho, cosa buena ya que eso significa que eras muy querido por todos, pero yo quiero resaltar otro aspecto no menos importante que siempre te vi desde el día que nos conocimos.
Cuando me preguntan como eras yo siempre digo lo mismo: Carlitos era todo AMOR, ENTREGA, SERVICIO, PASIÓN, COMPRENSIÓN, ALEGRIA; en definitiva, era ... Carlitos era ………. DOUGLAS.
Siempre te tendré en el recuerdo y en mis oraciones diarias. Solo me cabe antes de despedirme pedirte una cosa.
Dile al Señor, nuestro Dios, al que tú ya contemplas que siempre nos proteja y nos guié a todos los que te hemos conocido, y a María, su Madre que nos acoja en su regazo cuando marchemos de este mundo hacia Su encuentro con El.
Hermano. Hasta siempre.
Te quiero y siempre te querré. Hasta que Dios quiera que volvamos a vernos para la eternidad.
Tu hermano siempre.
PEPE

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